domingo, septiembre 18, 2005

Al igual que en mis antiguos sueños te presentas ahora con las conturas que rozan tu cuerpo y con tus colores que golpean mi retina, sin piedad.
Tu mirada serena, y sin preocupación, anuncia mi presencia tosca, y evidente, dejándonos acercar nuestras almas serenas y cuerpos revoltosos
.
Ante la luz disreta, que se escambulle por la ventana, me siento apaciguado por tu silueta,
y, al mismo tiempo, desapacible por el fervor de nuestra concupiscencia
Así me quedo, desgustando destempladamente el rojiso aroma de tu piel mientras tus brazos se convierten lentamente en las cadenas de mi desdibujado, pero feliz, corazòn.
Y el rojo de tu pelo no discrepa con los ansiosos latidos de mi corazón ante la eminente conjunciòn aqui, lejos de mis antiguos sueños.

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