Ciertamente hemos muchas veces visto el futbol como el opio del pueblo, como el pan del pueblo. El lema de los gobernantes, en la antigua Roma, mantener los ciudadanos contentos con espectaculo y pan. (hoy es usado como metáfora pero en ese entonces se arrojaba literalmente pan para el público) El futbol, siendo un negocio de billones de dollares a nivel mundial, mueve a los fanaticos consumidores de adrenalina y simbólica psudonacionalista. Nos arrojamos al suelo porque perdemos contra Argentina, habiéndonos alimentado de las siempre tan (in)necesarias expectativas dos semanas antes, y nos desquitamos contra los peruanos. Hace más de 70 años que argentina juega muy bien y además son habiles para aprovechar las ventajas y el chileno no hace nada para ponerse al nivel de su supuesta pilleria innata que al parecer sirve solo para el robo hormiga de todo tipo. Se despliega en su esplendor la actitud chilensis cuando se inicia el partido y pifean durante todo el himno de Perú. !Que falta de respeto! Es una falta de altura de mira de los chilenos, por lo menos de los que estaban en el estadio, porque refleja una actitud sin realmente mostrar una pisca de integración latinoamericana del chileno promedio. Ganan 2-0 que, por bien merecido que sea, no es más que el niño mimado que no pudo quitarle el dulce a un niño se va y se lo quita a otro más débil. Ahora se alza en su ego y dice: !Puchas que somos buenos! Ahora sí que somos un ejercito nunca vencido. (obviamente es una alusión a la cercanía simbólica de la guerra con el deporte, que es una simulación lúdica de la primera). Chile no ha hecho nada más de lo de siempre ¿entonces para que tanta alegría? ¿Para esconder su propia misiera y tareas inconclusas a nivel nacional y personal? Creo que la alegria sería más autentica (calidad ante cantidad por cierto) si supieramos que hacemos cuando no tenemos la pelota, o sea somos lo que hacemos cuando no estamos viendo futbol. Lo unico bueno es que cuando se celebra un victoria chilena en el futbol hay casi nulo destrozo y en ese sentido pudieramos o debieramos aprender que hay otras cosas que vale la pena celebrar. ¿Cuales serían esas cosas? Eso debe ser una cosa del autogénesis, algo no forzado por bueno que sea.
